domingo, 26 de agosto de 2007

REFLEXION


La existencia de yo como ser ante el mundo esta delimitada por mi mente, mi éxito como persona esta indudablemente marcado por ella. Soy lo que soy por mis capacidades mentales no podré ser jamás lo que no esta en mi mente

Soy componente de este mundo, por lo tanto ligado profundamente a el no podré pensar en mi independencia de el y por ningún motivo en algún ideal de austeridad, privarse de el seria privarse de uno mismo. No indica esto que debamos ser hedonistas, en ningún momento, solo que al tratar de evitarlo nos atrae mas y nos hace mas impulsivos hacia esto, creer que entregarnos a un culto nos salvara del mundo, pues no, porque esto también hace parte del mundo por lo tanto también esta en las condiciones que cada uno esta.

Es decir que debemos dejarnos a nuestras pasiones?-no. Esto quiere decir que el hombre es el único que debe ponerle control a sus pasiones sin abandonarlas. Algo así como lo plantea Nich en el superhombre, pero sin creernos cosas efímeras solo el hombre en su existencia podrá colocarle fin a esto. MK_DORON

sábado, 25 de agosto de 2007

MARTIN HEIDEGGER


Martin Heidegger (* Messkirch, 26 de septiembre de 1889 - † Friburgo de Brisgovia (Freiburg im Breisgau), 26 de mayo de 1976).
Estudió teología católica, y luego filosofía en la Universidad de Friburgo de Brisgovia, donde fue discípulo de Husserl, el fundador de la fenomenología. Comenzó su actividad docente en Friburgo en 1915, para luego enseñar durante un período (1923-28) en Marburgo. Retornó a Friburgo en ese último año, ya como Profesor de Filosofía.
Influyó muy especialmente en la obra de la filósofa Hannah Arendt. El estilo didáctico y escritural de Heidegger en Ser y Tiempo, influyó en el estilo que utiliza Jean-Paul Sartre en El Ser y La Nada e incluso en el de Jacques Lacan cuando redacta sus "Escritos".
Ahora bien, la obra de Heidegger aborda, al tratar problemas ontológicos, también problemas de tipo semiótico; es de este modo que influye directamente en los hermenéuticos: Paul Ricoeur, Rüdiger Bubner y Hans-Georg Gadamer.



Períodos de su obra


La obra de Heidegger suele entenderse como separada en dos períodos distintos cuya ruptura se encontraría en el viraje ("Kehre") experimentado por su enfoque filosófico, por lo que es habitual hablar de dos etapas o momentos en su pensamiento:
Momento en que se sirve de la analítica existencial como instrumento o "prolegómeno" para replantear la pregunta tradicional de la metafísica, la pregunta por el "ser", como pregunta por el "sentido del ser". En esta etapa se concluye que el sentido del ser es íntimamente dependiente del tiempo, por esto podemos considerar la primera etapa como marcada por una búsqueda del "ser del tiempo".
Un segundo periodo en el que, como el propio autor señala, concibe su pensamiento como el desarrollo de una "historia del ser". El objetivo fundamental de esta "historia del ser" radica en la comprensión de los vínculos entre el desarrollo de la cuestión del ser en la filosofía y la historia de Occidente. Esta segundo etapa ya no pretende abordar el "ser del tiempo" sino que se encara frente a los "tiempos del ser", en este sentido puede ser comprendido en viraje que se produce en su filosofía.
Sin embargo, en ambos períodos hay un mismo objetivo unificador: la elaboración y consiguiente respuesta a la pregunta por el sentido del ser ("Sein").
El primer periodo viene marcado por su principal obra, Ser y tiempo (1927), obra que pretenda abordar la pregunta por el sentido del ser pero que, quedando inconclusa, se centra en el estudio de la existencia humana. En esta obra confluyen, principalmente, tres tradiciones filosóficas: Historicismo y Hermenéutica a través de la lectura de (Dilthey), Irracionalismo (Kierkegaard) y Fenomenología (Husserl).
En la segunda etapa de su pensamiento, cuyos primeros síntomas se perciben en su texto sobre la esencia de la verdad, el filósofo estudia la historia de la metafísica como proceso de olvido del ser, desde Platón, y como caída inevitable en el nihilismo (cuando se piensa el ente tan sólo, éste termina por aparecer vacío). En este sentido será fundamental su obra Nietzsche, obra donde se define su concepto de nihilismo.
De esta época son especialmente interesantes las obras en que revisa la historia de la Filosofía, a través de las que irá aflorando una "nueva metafísica" cuyo germen ya estaba presente en su obra Ser y Tiempo, sólo que allí permaneció oculta entre los diversos y penetrantes análisis sobre el hombre entendido como Dasein —ser-ahí—, que llevó a cabo.

Vínculos con el Nacionalsocialismo


Su eminencia dentro de la filosofía —llamada filosofía continental por algunos autores angloamericanos—, se ha visto marcada por la polémica, sobre todo la de su adhesión al Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP: Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei), manifestada, según algunos, en el discurso que pronunció en la toma de posesión del rectorado de la Universidad de Friburgo (1933). La renuncia al rectorado, muy poco después de ocuparlo, no evitó que en 1945 fuera destituido como docente en Friburgo, tras la ocupación de Alemania por los aliados al final de la Segunda Guerra Mundial. El mismo Heidegger se refiere a su rectorado en escritos como los siguientes: "El rectorado, 1933-1934. Hechos y reflexiones"; "Entrevista del Spiegel: Conversación de Spiegel con M. Heidegger: "Ya sólo un Dios puede salvarnos" ". Estos textos han sido recogidos en esta obra: Martin Heidegger: " Escritos sobre la universidad alemana", Editorial Tecnos, Madrid, 2ª edición, 1996. Estudio preliminar, traducción y notas de Ramón Rodríguez García.
Sólo en el año 1952 se reincorporó, si bien su actividad académica fue ya mucho menos constante. Su último curso en la Universidad antes de ser nombrado profesor emérito ha sido recogido en el libro ¿Qué significa pensar? —Was heißt denken?—, publicado por la Editorial Trotta de Madrid, en 2006; traducción de Raúl Gabás Pallás. (Hay una versión previa, publicada por la Editorial Nova de Buenos Aires; segunda edición, 1964; traducción de Haraldo Kahnemann). Aunque recibió de algunos de sus discípulos, como Herbert Marcuse, la sugerencia insistente de que se retractara públicamente de su discurso de 1933, el filósofo desestimó el consejo y nunca quiso dar explicaciones en los términos pedidos por Marcuse.
Si bien para algunos no es posible abordar su obra sin reservas de carácter político, la mayoría de los filósofos, estudiosos e investigadores actuales prefieren tomar el trabajo de Heidegger en su sentido estrictamente filosófico, que también es controvertido, aunque de otra manera. Desde la filosofía analítica, su obra ha sido criticada con dureza, sobre todo por Rudolf Carnap. Otros representantes de la filosofía analítica, como Richard Rorty y Hubert L. Dreyfus han dado, posteriormente, una buena acogida a su pensamiento, sobre todo este último. Pero el pensamiento heideggeriano también ha suscitado adhesiones entusiastas: así, una serie de representantes de la filosofía francesa— Jean-Paul Sartre, Maurice Merleau-Ponty, Emmanuel Lévinas, Michel Foucault, Jacques Derrida, Paul Ricoeur, Jean Beaufret, François Fédier e innumerables otros— admiraron la capacidad de precisión de su lenguaje, así como su aportación al discurso humanístico.
Tal vez sea oportuno cerrar este segmento con un comentario de Jean Beaufret cuando Frédéric de Towarnicki le preguntó qué pensaba acerca del "error político de Heidegger, que coincide, como es sabido, con el ejercicio de sus funciones de Rector de la Universidad de Friburgo, desde mayo de 1933 hasta su renuncia en febrero de 1934". "Pensamos —dice Beaufret—, que si bien Heidegger nunca hizo nada que pudiera motivar las imputaciones que se le hacen [...] es alguien que se sale lo suficiente de lo común para suscitar en contra suya la conjura de los mediocres en nombre de la mediocridad. Según pienso, y según piensa René Char, es simplemente caritativo no entrar en mayores detalles." (Jean Beaufret, "Al encuentro de Heidegger. Conversaciones con Frédéric de Towarnicki", Monte Ávila Editores, Caracas, 1987, p. 117 (Décima conversación, primera respuesta). ).

Obras

Ser y tiempo
Sein und Zeit —Ser y Tiempo—, ha sido traducida al castellano por el filósofo español —discípulo de José Ortega y Gasset—, José Gaos (Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1951), y por el filósofo chileno —discípulo de Xavier Zubiri y de Hans-Georg Gadamer—, Jorge Eduardo Rivera Cruchaga (Ed. Universitaria, Santiago de Chile, 1997 (Cuarta edición: 2005). Esta versión chilena fue reeditada por la Ed. Trotta de Madrid (Tercera edición: 2006)). En Ser y Tiempo, pese a ser una obra que quedó incompleta, Heidegger plantea ideas centrales de todo su pensamiento. En ella, el autor parte del supuesto de que la tarea de la filosofía consiste en determinar plena y completamente el sentido del ser, no de los entes, entendiendo por «ser» (aunque la definición de este concepto ocupa toda la obra del autor, y es en cierto sentido imposible),en general, aquello que instala y mantiene a los entes concretos en su entidad.
En la comprensión heideggeriana, el hombre es el ente abierto al ser, pues sólo a él «le va» su propio ser, es decir, mantiene una ex-plicita relación de co-pertenencia con él. La forma específica de ser que corresponde al hombre es el «ser-ahí» (Dasein), en cuanto se halla en cada caso abocado al mundo, lo cual define al «ser-ahí» como «ser-en-el-mundo» (Gaos) o «estar-en-el-mundo» (Rivera). De esa estructura parte la analítica existencial del Dasein, que en Ser y Tiempo juega el papel de ontología fundamental.
La distinción de la filosofía moderna, desde Descartes, entre un sujeto encerrado en sí mismo que se enfrenta a un mundo totalmente ajeno es inconsistente para Heidegger: el ser del hombre se define por su relación con el mundo, que es además práctica («ser-a-la-mano») antes que teórica («ser ante-los-ojos»). Estas categorías le sirven para comprender por dónde pasa la diferencia entre una vida auténtica, que reconozca el carácter de «caída» que tiene la existencia (propiedad), es decir, la imposibilidad de dominar su fundamento (el ser), y una vida inauténtica o enajenada, que olvida el ser en nombre de los entes concretos (impropiedad).
La dimensión temporal del ser, en cuanto proyecto del «ser-ahí» y enfrentamiento a la muerte (el ser-ahí es también «estar vuelto hacia la muerte» [Sein zum Tode] ), sería el otro gran olvido de la filosofía clásica. El esfuerzo de Heidegger por pensar el ser como relación de los entes en el tiempo está en la base del posterior movimiento hermenéutico.